Entrevista con Berta Fernández, Directora de Calidad de Ñaming
¿Qué es la atmósfera protectora o modificada?
La atmósfera protectora —también conocida como atmósfera modificada (MAP)— es una técnica que sustituye el aire dentro del envase por una mezcla natural de gases inocuos, los mismos que respiramos cada día: nitrógeno y dióxido de carbono. Su función no es conservar por conservar, sino proteger el alimento frente al desarrollo microbiano y mantener su calidad sanitaria, frescura y sabor durante más tiempo, sin recurrir a conservantes químicos.
“No es un truco industrial, es una garantía de seguridad alimentaria”, explica Berta Fernández.
“Permite que el consumidor disfrute un producto fresco, seguro y con la misma calidad el día que se fabrica y el día que se consume.”
Los beneficios, uno a uno
-  Seguridad y calidad sanitaria garantizadas
 El principal objetivo de la atmósfera protectora es evitar el desarrollo de bacterias y mohos, responsables del deterioro de los alimentos. Esto se traduce en un producto más seguro, con menor riesgo microbiológico y con una vida útil más estable.
-  Frescura que se mantiene
 Al eliminar el oxígeno, se frena la oxidación y se conserva el color, la textura y el sabor natural de los ingredientes: pan, jamón, pollo, salsas o vegetales. El resultado es un sándwich que sigue sabiendo igual de bien varios días después de su elaboración.
-  Sin conservantes añadidos
 La atmósfera protectora permite mantener la seguridad y la frescura sin necesidad de añadir aditivos o conservantes. Es una forma natural de conservar, aprobada y regulada por la Unión Europea y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
-  Sostenibilidad real
 Al prolongar la vida útil del producto, se reduce el desperdicio alimentario, lo que supone un beneficio tanto económico como medioambiental. Menos producto desechado significa mayor sostenibilidad en toda la cadena.
-  Calidad constante y controlada
 El sistema garantiza que cada sándwich conserve su calidad original en cualquier punto del país. En vending o en supermercado, el consumidor recibe siempre el mismo nivel de frescura y seguridad.
¿Y qué ocurre si no se utiliza atmósfera protectora?
“Envasar sin atmósfera protectora es un riesgo sanitario, especialmente para productos con una vida útil más larga” advierte la directora de calidad.
“El aire que respiramos contiene oxígeno y humedad, lo que favorece el desarrollo de microorganismos. En un producto fresco como un sándwich, sin esta protección, las bacterias pueden multiplicarse en pocas horas, comprometiendo la seguridad alimentaria.”
El envasado sin gases protectores puede acelerar la degradación del pan, el cambio de color de los ingredientes o incluso la aparición de olores. Por eso, en productos refrigerados y listos para consumir, no envasar con atmósfera protectora supone un peligro evitable.
La experiencia de Ñaming
Ñaming ha desarrollado, tras años de estudio, la combinación exacta de gases que mejor se adapta a cada tipo de ingrediente —vegetales, carnes, pescados o salsas—, garantizando la máxima calidad sanitaria y organoléptica (sabor, olor, textura).
“Cada mezcla se diseña pensando en la seguridad y en el sabor,” explica Fernández.
“El consumidor no lo nota, pero detrás hay un proceso muy preciso que nos permite ofrecer productos frescos, seguros y sostenibles.”
En resumen
- Natural y segura: mezcla de gases inocuos (nitrógeno y CO₂).
- Garantía sanitaria: evita bacterias y hongos sin conservantes.
- Frescura prolongada: sabor y textura como recién hechos.
- Más sostenible: menos desperdicio alimentario.
- Seguridad garantizada: evita riesgos de deterioro o contaminación.
En Ñaming entendemos la atmósfera protectora no como un añadido industrial, sino como una capa invisible de seguridad y frescura que protege lo que realmente importa: la salud del consumidor y la calidad del producto.
